Empezaba uno de los días más importantes y que más esperábamos de nuestro viaje a Sri Lanka, visitábamos el emblema del país, Sigiriya.
Nos despedimos desayunando en nuestro hotel , el Cassandra. El director del hotel quería que le enviase por correo las fotos del dron y los vídeos del hotel, y a cambio le solicité algún descuento en el alojamiento al cual no accedió, por lo que las fotos volvieron con nosotros a Tenerife.
En el camino corto de unos 15 minutos a Sigiriya hicimos una parada en un lugar sin gente para hacer un vuelo del dron un poco más cercano a la roca, y desde allí continuamos a comprar las entradas junto al parking. El precio de las entradas, al igual que en el resto del país es demasiado caro, 4500 rupias.
Nuestro guía nos acompañó los primeros 20 minutos hasta llegar al pie de la montaña, explicándonos un poco la historia de esta famosa roca.
En el siglo XIX se encontró casualmente con los fabulosos restos de Sigiriya, fue una extraordinaria ciudadela, unida al nombre del rey Kassapa. Aún con siglos de soledad, el paso del tiempo no ha podido con verdaderas obras artísticas, como pinturas, murales en las paredes, o esculturas. La Muralla Espejo, otra de las características de Sigiriya, tiene la superficie pulida y cubierta de las escrituras conocidas como «Sigiri graffiti» en forma de poema. A la entrada al recinto está el Jardín del agua. El Palacio de Sigiriya en la roca, lo rodeaba una doble fosa con miles de cocodrilos, y en los alrededores, jardines y más construcciones que hoy están en ruinas después de quince siglos de abandono.
La cola era horrible, íbamos todos pegados, muertos de calor y además la gente local no respeta las filas y se nos intentaban colar en todo momento. La primera parte es una escalera de caracol no apta para las personas con vértigo que nos llevó a una zona de la roca donde estaban las pinturas de la época. En esta zona está prohibido sacar fotos.
Al salir de ahí llegamos una zona de descanso, donde están las zarpas del león. Allí Raquel abandona la subida y yo continúo solo hasta la cima. Esta zona es un poco más complicada para la gente con vértigo.
Durante la subida un señor local me fue agarrando el trasero hasta llegar arriba, por más que le decía que no lo hiciera, el seguía. Luego me di cuenta que son trabajadores que ayudan a subir a la gente, pero en ese momento me sentí bastante raro por la situación.
Arriba había mucha gente y fue casi imposible sacar una foto decente. Las vistas eran buenas pero nada comparado con Pidurangala.
Después de un rato en la cima bajé para encontrarme con Raquel y continuar el descenso que resultó mucho más cómodo y rápido que la subida.
En la salida hay varios puestos de souvenirs algo caros y unos baños. Nosotros volvimos a la zona de jardines para sacar las últimas fotos del lugar con menos gente.
Desde allí fuimos a Pidurangala, a unos 2 km de Sigiriya. La subida es algo más dura y por ese motivo Raquel nos esperó abajo y subimos el guía y yo solos. El precio es solamente de 500 rupias, mucho más barato que Sigiriya.
En aproximadamente media hora llegamos arriba y las vistas eran espectaculares. Valió muchísimo la pena subir. En todo el camino solamente vimos a 6 personas, por lo que es mucho mejor visitar esta roca ya que las vistas a Sigiriya son increíbles. El último tramo es algo duro, ya que las rocas son bastante grandes.
Cansados por el esfuerzo físico comimos algo para continuar hasta Dambulla, nuestra última visita del día.
Dambulla es un templo excavado en una cueva rocosa que conserva imágenes, estatuas y pinturas. La estatua del Buda recostado es impresionante, mide 14 metros de longitud y está tallada en la roca. Hay varias imágenes de Visnú y Samán. En total hay cinco cuevas, las cuales no se conservan de igual manera.
Subimos los casi 300 escalones hasta llegar a las cuevas y allí pasamos más de una hora maravillados con éste lugar. Tener cuidado de donde dejar los zapatos porque los monos están justo al lado esperando llevarse los que puedan.
Desde Dambulla fuimos a Kandy ya entrada la noche. Llegamos a nuestro hotel el Clock Inn Kandy, situado en la calle principal de la ciudad. Desde allí caminamos unos 500 metros hasta uno de los 2 únicos Pizza Hut del país, la pizza nos supo a gloria.
Cansados del día más duro físicamente nos fuimos a la cama rendidos.
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