Dormimos hasta las 11 de la mañana ya que nos habíamos acostado bastante tarde la noche anterior con el problema del tren. Comenzaba nuestro día de trayecto hasta Pingyao sin pasar por Datong como teníamos previsto.
Almorzamos como en muchos de nuestros días en China en el McDonalds de la estación y la 1 am cogimos el tren que nos llevó en 4 horas y media a la ciudad de Pingyao. Habíamos elegido el tren de primera clase porque no sabíamos como serían las otras categorías, pero después de probar tanto primera como segunda clase, creemos que es mejor elegir la más barata ya que la diferencia prácticamente ni se nota.
A punto de subir a nuestro tren |
Pasamos las horas leyendo y escribiendo los diarios para el blog mientras éramos objeto de miradas de la gente local como si fuéramos de otro planeta. Llegamos a Pingyao sobre las cinco y media de la tarde y allí cogimos uno de los muchos taxis que había a la salida de la estación que nos llevaría hasta la ciudad amurallada en un trayecto de unos 20 minutos.
El taxi nos dejó justo en la puerta de las murallas y allí un tuk-tuk nos intentó estafar. Nos quería cobrar 100 yuanes por llevarnos hasta el hotel cosa que por supuesto lo rechazamos.
Empezamos a caminar con las maletas guiándonos con la aplicación CityMapsGo hasta nuestro alojamiento y ésta vez nos llevó al sitio que no era. Caminamos una media hora en sentido contrario mientras anochecía. Abandonamos la calle principal e iluminada y nos adentrábamos en la zona rural de la ciudad completamente a oscuras.
Preguntamos a la gente local y nos miraban y se reían sin ayudarnos porque no nos podíamos comunicar con ellos. Y ya completamente oscura la ciudad apareció un señor mayor con un pequeño tractor y muy amable se ofreció a llevarnos al hotel. Nos subimos en el remolque de un tractor y al más estilo Pekín Express llegamos hasta nuestro hotel. Le dimos una pequeña propina al señor por salvarnos la vida y nos dimos cuenta que estábamos a escasos 30 metros de la puerta de la muralla, donde nos había dejado el taxi, casi nos da algo al darnos cuenta.
Hicimos el check-in en el hotel y entramos en la minúscula habitación del Pingyao Cheng Jia Hotel, nuestro hotel en Pingyao.
Habitación de nuestro hotel |
Salimos a pasear por la ciudad y sobre todo a buscar algún sitio donde poder comer algo y ya al día siguiente disfrutar mejor de la ciudad, pero la comida occidental brillaba por su ausencia.
Pingyao cuenta con tres calles principales, donde se reúnen todos los comercios y puestos de comida, y tras recorrerla entera, justo al final encontramos un restaurante con pasta, pizzas, sándwiches y demás que nos supo a gloria. Antes encontramos una churrería donde compramos algunos churros por si no encontrábamos donde cenar.
Churros en Pingyao |
Allí cenamos, nos conectamos al wifi y escuchamos la música en directo que tenían hasta volver andando al hotel a descansar del agotador viaje que estaba suponiendo China.
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