El último día completo que pasaríamos en la selva empezaba mojado. Mientras desayunábamos algo de fruta, por la mañana llovía bastante lo que hacía tener por nuestras dos excursiones en el día de hoy porque en las dos necesitábamos navegar por el río.
Navegamos en bote a motor 10 minutos ría arriba hasta la isla donde vive la familia nativa de la etnia Ese- Eja. Durante el camino, nuestro guía me permitió ponerme al volante del bote durante un rato, algo muy excitante y entretenido.
Ya en la tribu escuchamos su idioma, aprendemos sobre sus costumbres ancestrales mientras fabricas tu propio arco y flecha con materiales naturales de la selva siguiendo el paso de Enrique, el jefe de la familia. Las flechas si quieres te las puedes llevar , pero nosotros al ir de mochileros no nos las llevamos.
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Preparando una flecha en el pobaldo Esa-Esa |
Ésta fue la única excursión que no repetiríamos. Al principio nos parecía interesante, pero realmente solo hay dos personas, Enrique y su mujer. Llevan ropa puesta, no ropa de tribu, y nos pareció que no vivían allí, porque nada más irnos se fueron en un bote, primero a cobrar al lodge y luego a Puerto Maldonado.
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Poblado Ese Esa |
Nos esperábamos una tribu de verdad, con mucha gente y lo que nos encontramos fueron dos personas que vivían en una tribu pero que ahora tenían casi todas las comodidades de la gente peruana.
Regresamos al lodge a comer, ésta vez algo de carne y volvimos a la cabaña a descansar un poco con la visita improvisada de unos roncosos peruanos que estaban en la puerta y se asustaron al vernos, no nos dio tiempo ni de sacarles unas fotos. Son una mezcla entre ratones gigantes y nutrias.
Nos pasó algo gracioso, al ir a comer, Raquel estaba cansada de las botas de agua y como el trayecto no era muy largo llevó las cholas de la playa sin hacer caso a mis consejos, y la lluvia que cayó fue tan fuerte que casi no llega luego de nuevo a la cabaña con los pies completamente enfangados y mojados.
La lluvia hizo que de nuevo pensáramos que no haríamos la última actividad del día, flotar por el río Madre de Dios en un bote hinchable, pero por suerte, el tiempo cambió y sí pudimos hacerla. Hibert me permitió conducir río arriba el bote a motor durante un rato, algo que nunca había hecho y que estuvo muy bien. Paramos a una hora aproximadamente río arriba de nuestro lodge y nos dejamos llevar con un bote hinchable, una gopro y unos remos hasta llegar a nuestro lodge.
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Preparados para comenzar la excursión |
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Excursión en bote hinchable |
La tranquilidad y la naturaleza en estado puro es algo que nunca podremos llegar a transmitir ni con palabras ni con fotos, fue una experiencia espectacular, aunque remando no nos ganaríamos la vida.
Y así acabó nuestra última excursión en la selva del Amazonas, regresamos a cenar y pasamos unas horas hablando con Alejandro e Hibert, además de con los alemanes con los que habíamos hecho muy buenas migas esos días y antes de que la luz se apagara nos fuimos a la cama a descansar para al día siguiente despedirnos del lugar.
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